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16 de marzo de 2017

APUNTES DE CLASE. EL TEATRO ANTERIOR A 1936

Estimados Poeliteratos:

En esta entrada os paso una presentación multimedia sobre el Teatro anterior a 1936. Espero que os sirva de mucha ayuda.
Atentamente,
Alejandro Aguilar Bravo.







Argumento de La señorita de Trévelez de CARLOS ARNICHES.

En una capital de provincia de la España de principios del siglo XX, dos hombres, Numeriano Galán y Pablo Picavea, compiten por seducir a Solita, criada de casa de los Trevélez. Picavea, el cual es socio del Guasa Club, pide ayuda a Tito Guiloya para quitarse de en medio a su rival. Tito decide gastar una broma de mal gusto a Numeriano y remite con firma de éste una carta de amor a la señorita Florita Trevélez, una mujer madura, poco atractiva e ingenua y que nunca captó la atención de hombre alguno.
Florita se ilusiona por primera vez en su vida. Cree haber encontrado la felicidad que hasta ese momento le había sido negada y, ante la satisfacción de su hermano Don Gonzalo, llega incluso a fantasear con la boda.
Numeriano mantiene la ficción por temor a la reacción del sobreprotector Gonzalo. Para enredar aún más la situación, Tito complica a Picavea, el cual finge también un amor apasionado hacia la señorita de Trevélez. La farsa llega al límite cuando Numeriano y Picavea planean un duelo por el amor de su dama. Seguidamente será Gonzalo quien rete a Picavea.
Sin embargo, Picavea llega finalmente a ser consciente del daño que está provocando y confiesa la verdad a Gonzalo, quien termina lamentando las injusticias de la vida.

LA SEÑORITA DE TRÉVELEZ
CARLOS ARNICHES

Fragmento
La señorita de Trévelez

NUMERIANO.-(Cae desfallecido sobre un banco.) ¡Ay, Dios mío! Bueno; yo hace quince días que no duermo, ni como, ni vivo… ¡Y yo que nunca he debido un céntimo, me he hecho hasta tramposo!... Porque entre los dos perros y el marco, que lo estoy pagando a plazos, se me va la mitad del sueldo. ¡Qué cuadrito!... Don Gonzalo le llama la mancha, pero quiá. Es muchísimo más grande. La Mancha y la Alcarria, todo junto. ¡No le he puesto más que un listón alrededor y me ha subido a veinticinco duros!... ¡Ay!, yo estoy enfermo, no me cabe duda. Tengo dolor de cabeza, inquietud, espasmos nerviosos; porque además de todo eso, esa mujer me tiene loco. Es de una exaltación, de una vehemencia y de una fealdad que consternan. Y luego tiene unas indirectas… Ayer me preguntó si yo había leído una novela que se titula El primer beso, y yo no la he leído; pero aunque me la supiera de memoria… ¡Esas bromitas, no! Y para colmo, habla con un léxico tan empalagoso, que para estar a su altura me veo negro. Aquí me he venido huyendo de ella… Aquí, siquiera por unos momentos, estoy libre de esa visión horrenda, de esa visión…

FLORA.-(Apartando el ramaje del fondo de la fuente, asoma su cara risueña y dice melodiosamente.) ¡Nume!

NUMERIANO.-(Levantándose de un salto tremendo. Aparte.) ¡Cuerno!... ¡La visión!

FLORA.-Adorado Nume.

NUMERIANO.-(Con desaliento.) ¡Florita!

FLORA.-(Saliendo, lo mira.) ¡Pero cuán pálido!

NUMERIANO.-(Desfallecido.) Si me sangran, no me sacan un coágulo. 

FLORA.-Pues yo, errabunda, hace un rato que de un lado para otro del parterre vago en tu busca. ¿Y tú, amor mío?

NUMERIANO.-¡Yo vago también; pero más vago que tú, me había sentado un instante a delectarme en la contemplación de la noche serena y estrellada!...

 Argumento de Los caciques de Carlos Arniches:

En el pequeño pueblo de Villalgancio, el puesto de alcalde y el de mayor cacique local es ejercido simultáneamente por el corrupto Don Acisclo Arrambla, al que se le notifica la llegada de un inspector que debe analizar sus cuentas. Don Acisclo, siguiendo su tendencia natural, se propone comprar la voluntad del inspector con todo tipo de agasajos. Sin embargo, quienes aparecen en el lugar son Alfredo y su tío con intención de solicitar la mano de Cristina, la sobrina del regidor. Estos son confundidos por el inspector, provocando todo tipo de malentendidos.

LOS CACIQUES
CARLOS ARNICHES

Fragmento
Los caciques

EDUARDA y DON ACISCLO. Al levantarse el telón aparece la escena sola. A poco se ve por la ventana del huerto a EDUARDA, que viene acongojada, huyendo. La sigue, jadeante y ansioso de amor, DON ACISCLO; ella le rechaza de un empujón y entra indignada en escena por la puertecilla del foro.

EDUARDA.— ¡No, no!... ¡Por Dios, quieto!... (Huye de él, que entra siguiéndola.) ¡Déjeme usted o demando auxilio! (Toda la escena en voz baja y emocionada.)

DON ACISCLO.—¡Es que me tié usté loco!

EDUARDA.—Respete usté que soy casada.

DON ACISCLO.—¡Y a mí qué me importa!

EDUARDA.—¡Qué cínico!... Pero ¿y mi marido? ¿Y su mujer?...

DON ACISCLO.—He dicho que no me importa. (Intenta ir hacia ella.) ¡Esos ojos me tien trastornao y...!

EDUARDA.—(Con cómica energía.) ¡Atrás!

DON ACISCLO.—Pero, Eduarda, si es que...

EDUARDA.—(Heroicamente.) ¡Si da usted un solo paso, me secciono la carótida con el raspador!

DON ACISCLO.—(Asustado.) ¡Eduarda!

EDUARDA.—¡Atrás!... ¡O me ve usted tinta en sangre! (En uno de sus ademanes, mete los dedos en el tintero.)

DON ACISCLO.—¿Tinta?

EDUARDA.—¡Tinta! (En un ademán trágico, vuelca el tintero.)

DON ACISCLO.— ¡Por Dios, el tintero!

EDUARDA.—¡Nada me importa! ¡Mi honor ante todo!

DON ACISCLO.—Pero si yo...

EDUARDA.—¡Es usted un miserable!... ¡Estar yo tranquilamente en la huerta cogiendo manzanas subida a la escalera, y de pronto sentir...! ¡Oh, qué vergüenza! (Llora.)

DON ACISCLO.—Es que creí que se caía usté.

EDUARDA.—¿Y me iba usted a sujetar con dos dedos? (Acción de dar un pellizco.)

DON ACISCLO.—Cuando una persona se cae...

EDUARDA.—Cuando una persona se cae, se la sostiene; pero no se la retuerce... ¡Y de dónde se me ha retorcido a mi! Que... ¡Ah, si lo supiera mi Régulo! ¡Oh Régulo, Régulo!

DON ACISCLO.—Y usté, Eduarda, ¿por qué no quie ser una miaja complaciente y...?

EDUARDA.—(Con altivez.) ¡Basta de indignidades!... Déjeme usted salir.

DON ACISCLO.—(Con pasión.) Salga usté; pero no será sin que antes... (Intenta sujetarla para darle un beso.)

EDUARDA.—(Rechazándole.) ¡No, nunca!... ¡Socorro! (Le muerde la mano.)

DON ACISCLO.—(Retorciéndose de dolor.) ¡Rediez, qué bocao en el dedo! ¡Si me ha comido la yema!

EDUARDA.—¡Canalla, seductor! ¡Satírico! (Vase puerta izquierda.)

DON ACISCLO.—(Intenta sujetarla, antes que se marche.) Eduarda... Eduarda... (Luchan brevemente. Ella le rechaza y le coge con la puerta la americana, dejándole sujeto. Aterrado.) ¡Atiza! ¡La americana con la puerta!... ¡Cogido por el vuelo! (Suplicante.) Por Dios, Eduarda, abra usté; que estoy cogido! ¡Eduarda!... ¡El vuelo!... ¡Eduarda!...


Argumento de Los intereses creados de Jacinto Benavente
Podría entenderse la obra recogiendo una afirmación de Crispín: Mejor que crear afectos es crear intereses (acto II escena IX). Esta afirmación se desarrolla mediante un sencillo esquema argumental que sería el siguiente: A principios del siglo XVII Leandro y Crispín, dos pícaros impenitentes, llegan a una ciudad italiana donde Crispín mediante su labia logra hacer creer que Leandro es hombre adinerado, generoso y culto. Con esta imagen Leandro deberá enamorar a la hija del rico Polichinela para conseguir riquezas. El problema surge cuando el amor se hace real entre ambos jóvenes. Polichinela descubre el engaño que pretende arrebatarle sus riquezas pero no puede librarse del mismo puesto que la boda será un negocio para todos ya que permitirá a Leandro saldar sus deudas con los que creyeron en sus mentiras. Esos mismos crédulos logran convencer al rico Polichinela para que acepte el casamiento. Sin embargo la crítica a los supuestos morales de la sociedad burguesa se suaviza pues Polichinela no es víctima inocente sino que merece castigo por sus desmanes pasados.


LOS INTERESES CREADOS
JACINTO BENAVENTE

 Fragmento
Los intereses creados

DICHOS, SILVIA, LEANDRO, DOÑA SIRENA, COLOMBINA, y la SEÑORA DE POLICHINELA, que aparece por el foro.

PANTALÓN y HOSTELERO.-¡Silvia!
CAPITÁN y ARLEQUÍN.-¡Juntos los dos!
POLICHINELA .-¿Conque era cierto? ¡Todos contra mí! ¡Y mi mujer y mi hija con ellos! ¡Todos conjurados para robarme! ¡Prended a ese hombre, a esas mujeres, a ese impostor, o yo mismo... !
PANTALÓN.-¿Estáis loco, Señor Polichinela?
LEANDRO.-(Bajando al proscenio en compañia de los demás.) Vuestra hija vino aquí creyéndome malherido acompañada de doña Siena, y yo mismo corrí al punto en busca vuestra esposa para que también la acompañara. Silvia sabe quién soy, sabe toda mi vida de miserias, de engaños, de bajezas, y estoy seguro que de nuestro sueño de amor nada queda en su corazón... Llevadla de aquí, llevadla; yo os lo pido antes de entregarme a la Justicia.
POLICHINELA.-El castigo de mi hija es cuenta mía; pero a ti...; Prendedle digo!
SILVIA.-Padre! Si no le salváis, será mi muerte. Le amo, le amo siempre, ahora más que nunca. Porque su corazón es noble y fue muy desdichado, y pudo hacerme suya con mentir, y no ha mentido.
POLICHINELA .-¿Calla, calla, loca, desvergonzada! Éstas son las enseñanzas de tu madre..., sus vanidades y fantasias. Éstas son las lecturas romancescas, las músicas a la luz de la luna.
SEÑORA DE POLICHINELA.-Todo es preferible a que mi hija se case con un hombre como tú, para ser desdichada como su madre. ¿De qué me sirvió nunca la riqueza?
SIRENA.-Decís bien, señora Poli-chinela. ¿De qué sirven las riquezas sin amor?
COLOMBINA .-De lo mismo que el amor sin riquezas.
DOCTOR.-Señor Polichinela, nada os estará mejor que casarlos.
PANTALÓN.-Ved que esto ha de saberse en la ciudad.
HOSTELERO.-Ved que todo el mundo estará de su parte.
CAPITÁN.-Y no hemos de consentir que hagáis violencia a vuestra hija.
DOCTOR.-Y ha de constar en el proceso que fue hallada aquí, junto con él.
CRISPÍN.-Y en mi señor no hubo más falta que carecer de dinero, pero a él nadie le aventajará en nobleza.. y vuestros nietos serán caballeros..., si no dan en salir al abuelo...
TODOS.- ¡Casadlos! ¡Casadlos!
PANTALÓN.-O todos caeremos sobre vos.
HOSTELERO.-Y saldrá a relucir vuestra historia...
ARLEQUÍN.-Y nada iréis ganando...
SIRENA.- lo pide una dama, conmovida por este amor tan fuera de estos tiempos.
COLOMBINA.-Que más parece de novela.
TODOS .-¡Casadlos! ¡Casadlos!
POLICHIMELA.-Cásense enhoramala. Pero mi hija quedará sin dote y desheredada... Y arruinaré toda mi hacienda antes que ese bergante...
DOCTOR.-Eso sí que no haréis, señor Polichinela.
PANTALÓN.-¿Qué disparates son éstos?
HOSTELERO .-¡No lo penséis siquiera!
ARLEQUÍN.-¿Qué se diría?
CAPITÁN.-No lo consentimos.
SILVIA.-No, padre mío; soy yo la que nada acepto, soy yo la que ha de compartir su suerte. Así le amo.
LEANDRO.-Y sólo así puedo aceptar tu amor... (Todos corren hacia Silvia y Leandro.)
DOCTOR .-¿Qué dicen? ¿Están locos?
PANTALÓN.-¡Eso no puede ser!
HOSTELERO.-¡Lo aceptaréis todo!
ARLEQUÍN.-Seréis felices y seréis ricos.
SEÑORA DE POLICHINELA.-¿Mi hija en la miseria! ¡Ese hombre es un verdugo!
SIRENA.-Ved que el amor es niño delicado y resiste pocas privaciones.
DOCTOR.- ¡No ha de ser! Que el señor .Polichinela firmará aquí mismo espléndida donación, como corresponde a una persona de su calidad y a un padre amantísimo. Escribid, escribid, señor Secretario, que a esto no ha de oponerse nadie.
TODOS.-(Menos Polichinela.) ¡Escribid! ¡Escribid!
DOCTOR.-Y vosotros, jóvenes enamorados... , resignaos con las riquezas, que no conviene extremar escrúpulos que nadie agradece.
PANTALÓN.-(A Crispín.) ¿Seremos pagados?
CRISPÍN.-Quién lo duda? Pero habéis de proclamar que el señor Leandro nunca os engañó... Ved cómo se sacrifica por satisfaceros aceptando esa riqueza que ha de repugnar a sus sentimientos.
PANTALÓN.-Simpre le Creímos un noble caballero.
HOSTELERO.-Siempre.
ARLEQUÍN.--Todos lo creímos.
CAPITÁN.-Y lo sostendremos siempre.
CRISPÍN.-Y ahora, Doctor, ese proceso, ¿habrá tierra bastante en la tierra para echarle encima?
DOCTOR.-Mi previsión se anticipa a todo. Bastará con puntuar debidamente algún concepto... Ved aquí: donde dice... “Y resultando que si no declaró... “, basta una coma, y dice: “Y resultando que si, no declaró... ” Y aquí: “Y resultando que no debe condenársele”, fuera la coma, y dice: ‘“Y resultando que no debe condenársele...”
CRISPÍN .-¡Oh, admirable coma! ¡Maravillosa coma! ¡Genio de la Justicia! ¡Oráculo de la Ley! ¡Monstruo de la Jurisprudencia!
DOCTOR.-Ahora confío en la grandeza de tu señor.
CRISPÍN.-Descuidad. Nadie mejor que vos sabe cómo el dinero puede cambiar a un hombre.
SECRETARIO -Yo fui el que puso y quitó esas comas...
CRISPÍN .-En espera de algo mejor.. Tomad esta cadena. Es de oro.
SECRETARIO.-¿De ley?
CRISPÍN.-Vos lo sabréis, que entendéis de leyes.
POLICHINELA.-Sólo impondré una condición: que este pícaro deje para siempre de estar a tu servicio.
CRISPÍN.No necesitáis pedirlo, señor Polichinela. ¡Pensáis que soy tan pobre de ambiciones como mi señor?
LEANDRO.-¿Quieres dejarme
SILVIA.-No será sin tristeza de mi parte.
CRISPÍN.-No la tengáis, que ya de nada puedo serviros y conmigo dejáis la piel del hombre viejo. . . ¿Qué os dije, señor? Que entre todos habían de salvarnos... Creedlo. Para salir adelante con todo, mejor que crear afectos es crear intereses...
LEANDRO.-Te engañas, que sin el amor de Sihia nunca me hubiera salvado.
CRISPÍN.-¿Y es poco interés ese amor? Yo di siempre su parte al ideal y conté con él siempre. Y ahora acabó la farsa.
SILVIA.-(Al público.)Y en ella visteis, como en las farsas de la vida,que a estos muñecos,como a los humanos, muévenlos cordelillos groseros, que son los intereses,las pasioncillas, los engaños y todas las miserias de su condición:tiran unos de sus pies y los llevan a tristes andanzas;tiran otros de sus manos,que trabajan con pena, luchan con rabia,hurtan con astucia, matan con vilencia.Pero entre todos ellos, desciense a veces del cielo al corazón un hilo sutil,como tejido con luz del sol y con luz de luna:el hilo del amor,que a los humanos,como a esos muñecos que semejan humanos,les hace parecer divinos, y trae a nuestra frente resplandores de aurora,y pone alas en nuestro corazón y nos dice que no todo es farsa en la farsa, que hay algo divino en nuestra vida que es verdad y es eterno,y no puede acabar cuando la farsa acaba.(Telón)



Para acceder a los apuntes de clase, entra en el siguiente enlace:
Producción novelística y dramática de Ramón María del Valle-Inclán. 




Mónologo de la mariposa

Fragmento
El maleficio de la mariposa

ESCENA III

Mariposa y Curianas Guardianas.
MARIPOSA. (Despertando.)
Volaré por el hilo de plata.
Mis hijos me esperan
Allá en los campos lejanos,
Hilando en sus ruecas.
Yo soy el espíritu
De la seda.
Vengo de un arca misteriosa
Y voy hacia la niebla.
Que cante la araña
En su cueva.
Que el ruiseñor medite mi leyenda.
Que 1a gota de lluvia se asombre
Al resbalar sobre mis alas muertas.
Hilé mi corazón sobre mi carne
Para rezar en las tinieblas,
Y la Muerte me dio dos alas blancas,
Pero cegó la fuente de mi seda.
Ahora comprendo el lamentar del agua,
Y el lamentar de las estrellas,
Y el lamentar del viento en la montaña,
Y el zumbido punzante
De la abeja.
Porque soy la muerte
Y la belleza. 
Lo que dice la nieve sobre el prado 
Lo repite la hoguera; 
Las canciones del humo en la mañana 
Las dicen las raíces bajo tierra. 
Volaré por el hilo de plata; 
Mis hijos me esperan. 
Que cante la araña 
En su cueva. 
Que el ruiseñor medite mi leyenda. 
Que la gota de lluvia se asombre 
Al resbalar sobre mis alas muertas.
(La Mariposa mueve las alas con lentitud.)

Ejecución de Mariana Pineda

A continuación, os ofrezco un enlace de Edu365.cat en el que aparece un fragmento de la obra de Mariana Pineda de Federico García Lorca. Fragmento de Mariana Pineda



LA ZAPATERA PRODICIOSA
FEDERICO GARCÍA LORCA
Fragmento 
La zapatera prodigiosa

ZAPATERA. Ya está la comida... ¿me estás oyendo? (Avanza hacia la puerta de la derecha:) ¿Me estás oyendo? Pero, ¿habrá tenido el valor de marcharse al cafetín, dejando la puerta abierta... y sin haber terminado los borceguíes? Pues cuando vuelva, ¡me oirá! ¡Me tiene que oír! ¡Qué hombres son los hombres, qué abusivos y qué... qué... vaya!... (En un repeluzno.) ¡Ay, qué fresquito hace! (Se pone a encender el candil y de la calle llega el ruido de las esquilas de los rebaños que vuelven al pueblo. La Zapatera se asoma a la ventana.) ¡Qué primor de rebaños! Lo que es a mí, me chalan las ovejitas. Mira, mira... aquella blanca tan chiquita que casi no puede andar. ¡Ay!... Pero aquella grandota y antipática se empeña en pisarla y nada... (A voces.) Pastor, ¡asombrado! ¿No estás viendo que te pisotean la oveja recién nacida? (Pausa.) Pues claro que me importa... ¿No ha de importarme? ¡Brutísimo!... Y mucho... (Se quita de la ventana.) Pero, Señor, ¿adónde habrá ido este hombre desnortado? Pues si tarda siquiera dos minutos más, como yo sola, que me basto y me sobro... ¡Con la comida tan buena que he preparado...! Mi cocido, con sus patatas de la sierra, dos pimientos verdes, pan blanco, un poquito magro de tocino, y arrope con calabaza y cáscara de limón para encima, ¡porque lo que es cuidarlo, lo que es cuidarlo, te estoy cuidando a mano! (Durante todo este monólogo da muestras de gran actividad, moviéndose de un lado para otro, arreglando las sillas, despabilando el velón y quitándose motas del vestido.)





ESCENA FINAL DE BODAS DE SANGRE
FEDERICO GARCÍA LORCA

Fragmento
Bodas de Sangre

MUJER (Entrando y dirigiéndose a la izquierda):

Era hermoso jinete,

y ahora montón de nieve.

Corría ferias y montes

y brazos de mujeres.

Ahora, musgo de noche

le corono la frente (…)

MADRE:

Vecinas: con un cuchillito,

con un cuchillito,

en un día señalado, entre las dos y las tres,

se mataron los dos hombres del amor.

Con un cuchillito,

con un cuchillito

que apenas cabe en la mano,

pero que penetra fino

por las carnes asombradas

y que se para en el sitio

donde tiemble enmarañada

la oscura raíz del grito.

NOVIA:

Y esto es un cuchillo,

un cuchillito

que apenas cabe en la mano;

pez sin escamas ni río,

para que un día señalado, entre las dos y las tres,

con este cuchillo

se queden dos hombres duros

con los labios amarillos.

MADRE:

Y apenas cabe en la mano,

pero que penetra frío

por las carnes asombradas

y allí se para, en el sitio

donde tiembla enmarañada

la oscura raíz del grito.

(LAS VECINAS, arrodilladas en el suelo, lloran)




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